martes, diciembre 16, 2008

LAICISMO Y CINE ESPAÑOL (II): "LA BUENA NUEVA"


Como ya apuntaba en el anterior artículo –ver Laicismo y cine español (I)–, continúan las películas sobre la Guerra Civil tratadas siempre con idéntico punto de vista: da igual la historia que cuenten, pues parece que sólo son la excusa para atacar a la Iglesia haciéndola copartícipe, ya sea por acción u omisión, de las atrocidades de tan funesto período de la historia de España.

Esta vez se trata de La buena nueva, de la realizadora navarra Helena Taberna (autora de Yoyes y Extranjeras), que en palabras de la misma directora “gira en torno a la recuperación de la memoria histórica, desde un punto de vista humano y emocionante. Mi intención -dice- no es apuntar a los culpables, sino rendir un recuerdo sanador y poético a los que perdieron la guerra. La película incorpora una temática inédita: el papel de la Iglesia en la Guerra Civil, tomando como punto de referencia las vivencias y el punto de vista de un sacerdote joven”.

El film, que va subiendo de tono a medida que avanza el metraje, nos presenta el bien y el mal absolutos y aunque el bien, en este caso, lo encarna un sacerdote joven formado en Roma, con recta doctrina y vocación integradora de los dos bandos, se vislumbra rápidamente que la “iglesia oficial” lo abocará a la deserción.

En efecto, la película relata el drama de un cura rural, que al aplicar el espíritu de las bienaventuranzas (de ahí su titulo) y al enfrentarse con la jerarquía eclesiástica –la cual estaba al lado de Franco–, entra en un conflicto de conciencia y cuelga la sotana. Basada en una historia real, aunque muy novelada, se inspira en la vida de un sacerdote joven, tío de la realizadora, que defendió a los republicanos y a sus mujeres-víctimas en un pueblo de Navarra, entre julio de 1936 y abril de 1939.

La tesis que defiende, con un maniqueísmo tan evidente que lo hace increíble, es que en la Iglesia no cabe la gente que quiera vivir el Evangelio hasta sus últimas consecuencias y que la única salida es marcharse o pactar con lo “políticamente correcto”. Sin embargo, los datos fríos y objetivos aportados por Jordi Albertí en La Iglesia en llamas (Barcelona: Destino, 2008) la desmienten. Aquí el autor del best-seller El silenci de les campanes, narra lo mismo aunque del otro lado de la retaguardia: la represión llevada a cabo por los milicianos, en su mayoría anarquistas. Dice Albertí en una entrevista reciente: “De los 50.000 ciudadanos ejecutados o asesinados en la España republicana, 7.000 eran eclesiásticos: ¡el 14%! Y de estos, 4.221 fueron eliminados en Catalunya. Pero el 95% de la matanza fue entre julio de 1936 y mayo de 1937.” (La Vanguardia, 18-XI-2008). La misma época que evoca con brillantez formal Helena Taberna. ¿No es esto vivir el Evangelio hasta sus últimas consecuencias sin escurrir el bulto?

En La buena nueva, el protagonista, el “héroe”, el buen sacerdote sin mezcla de mal alguno, no sigue en la brecha hasta dar su vida por sus ideales, sino que abandona la Iglesia y el sacerdocio para irse con la protagonista y su hijo, una viuda de buen ver. Dos alternativas a un problema que la directora simplifica cargando contra una Iglesia pactista con Franco, muda ante los asesinatos de los falangistas y requetés e interesada solamente en la instauración del nacional-catolicismo.

Burdo y simplista análisis de un período complejo que pretende, además, darle validez universal. ¿Será quizás que quienes subvencionan las películas exigen esa visión partidista?

La miseria moral de los falangistas y requetés, todos sin excepción, se muestra en toda su crudeza: todos ellos son seres viciosos, rencorosos y descreídos, que utilizan a la Iglesia como arma arrojadiza contra el bando republicano: obligan a bautizar a los hijos bajo amenaza de muerte y obligan a confesarse a los republicanos antes de despeñarlos. Un elenco de personajes descabezados desfila sembrando el terror y alimentando sus intereses sin freno alguno. Amorales que imponen su visión revanchista al cura de turno haciéndolo desertor o mártir.

Negar el entierro a los “rojos”, despeñarlos vivos, violar a las novias de los republicanos, son algunas de las “lindezas” con que La buena nueva nos recrea. Con una fotografía muy cuidada y algunas secuencias magistralmente filmadas, es seguro que optará a los premios “Goya”.

Pienso que ese maniqueísmo explícito no favorece a un film que cuenta con el aval del especialista Ian Gibson, y que intenta ser objetivo y afirma poseer visos de universalidad; pues como dice la propia realizadora, “La buena nueva se convierte así en una historia universal, como es la lucha por mantenerse fiel a los propios ideales, aunque ello implique un gran sacrificio personal”.

Por tanto, no voy a afirmar que no resulte verídico lo que cuenta la directora navarra; sólo añadir que criminales los hubo en ambos bandos de esa triste guerra fratricida, ya que los nacionales fusilaron a catorce sacerdotes nacionalistas vascos. Una Guerra Civil que antaño la Iglesia española bautizó como “cruzada” (recuérdese que dos obispos no firmaron la Carta colectiva promovida por el cardenal Gomá, quien después denunciaría la represión franquista de la posguerra y su nueva pastoral fue censurada por Franco), y que actualmente se está revisando desde la pantalla de un modo parcial.

En la prensa de estos días se recoge la noticia de la posible retirada de los crucifijos en las escuelas. ¿No les recuerda esta “guerra de crucifijos” a lo ocurrido en la instauración de II República? Presiento que vamos a tener memoria histórica, por lo menos, mientras dure la crisis económica en que actualmente vivimos.

7 comentarios:

¡Averígüelo Vargas! dijo...

Querido colega:

Parece que el revisionismo histórico simpre balancea a favor de un lado de los contendientes: los autodenominados rojos.

Es indudable que se cometieron atrocidades en ambos bandos, pero cuando los pro republicanos (socialistas, comunistas, anarquistas y nacionalistas) se ufanan de demócratas, socialdemócratas, tolerantes y otras lindezas falsarias, llama la atención todo este bombardeo anti católico por medio de la cultura de masas que es el cine.

En fin, después dirán que los españoles no vemos cine nacional sino extranjero; la verdad es que, salvo honrosas excepciones, el foráneo es mucho más atractivo en cuanto a la calidad de los planteamientos y su argumentación.

Esperemos que a pesar de la imposición pseudocultural del comisariado político del régimen nacional-socialista actual, tengamos espacios de libertad cultural e intelectual como esta bitácora.

¡Feliz y cristiana Navidad!

Anónimo dijo...

En su blogspot, el señor Caparrós dice que se dedica al Séptimo Arte, como crítico de cine, profesor de Historia Contemporánea e historiador desde 1994, y que su especialidad es el cine español.
En sus dos críticas, Laicismo y cine español I y II, ha opinado usted sobre las películas Los girasoles ciegos, Camino y Buena Nueva, cuyos directores son, respectivamente, Luis Cuerdas, Javier Fresser y Elena Taberna. En esa crítica me parece entender que usted las considera inadecuadas y con falta de realismo.
Personalmente pienso que estas películas hacen referencia a hechos históricos aunque, como usted apunta, pueda faltar autenticidad en los hechos descritos y respeto a los protagonistas de esos sucesos.
A pesar de todo quiero dar mi más sincero apoyo a todas las personas dedicadas al Séptimo Arte. Usted sabe que a través del cine se ha recordado a la humanidad su historia vivida en todos los años y en todas sus facetas.
Estas películas también hacen referencia a la historia. No podemos olvidar que, con el trabajo de los directores y las subvenciones recibidas, se puede seguir creando cine español. ¿Qué sucedería sin estas colaboraciones?
Qué duda cabe que estas películas están basadas en hechos históricos: abandono de compromisos importantes, la enfermedad y la muerte, los dramas de la Guerra Civil española con la implicación de la Iglesia Católica... Quiero ahora sugerir a los directores la posibilidad de tratar otros sucesos de la humanidad que también pueden llevarse al Séptimo Arte. Por ejemplo la violencia de género, donde se podría analizar las causas de la actuación y sus motivos, tanto de la víctima como del agresor, quien muchas veces termina siendo víctima de sí mismo. Señores directores, pueden analizar cuáles han sido los comportamientos de ambos ahora y en el tiempo.
También podrían tratar la enfermedad de la SIDA, entre otros dramas que se viven actualmente en la sociedad.
Señor Caparrás, le sugiero que haga llegar al mundo del cine que estos dramas humanos también son hechos históricos.

Afectuosamente,



Terrassa, 28 de diciembre de 2008
Joan Fontanet Planas

J. M. Caparrós Lera dijo...

Estimados Iñaki y Joan:

Os contesto a los dos al mismo tiempo, pues ambos habéis puesto el dedo en la llaga...

Os agradezco vuestros comentarios a mi artículo, con los que también estoy de acuerdo y han enriquecido la visión que pretendo dar sobre el fenómeno laicista en el cine español.

Aprovecho para FELICITAROS la Navidad y desearos lo mejor para este 2009 que ya tenemos a las puertas.

Recibid, amigos, un abrazo de este viejo colega

José María Caparrós

Anónimo dijo...

Hola José María,
Soy uno de los colaboradores en tema de cine del blog.
http://www.historias-cinematograficas.blogspot.com/
Queríamos darte las gracias por tus aportaciones y consejos sobre la consulta que te hizo en su día Ricardo sobre los Estudios cinematográficos CEA.
Un saludo.Angel.

J. M. Caparrós Lera dijo...

Estimado Ángel:

De nada, colegas. He estado viendo vuestro blog, y es ¡espléndido!

Podéis editar un libro con esta informaciones tan bien ilustradas.

Un abrazo a los tres de este amigo

José María Caparrós

Lorenzo dijo...

Saludos.

Me gustaría saber si existe alguna película ya sea española o de otro país que trate por ejemplo sobre los abusos del bando republicano a la Iglesia, destruyendo iglesias, fusilando monjas, sacerdotes etc.

Debió haber habido más de algún sacerdote, monja o laico que sufrió los excesos del "bando bueno" y sería bueno que una de esas historias anónimas sea llevada al cine.

SALUDOS

J. M. Caparrós Lera dijo...

Estimado Lorenzo:

No conozco película alguna que trate sobre ese triste tema, ni española ni extranjera. Pero sí hay un documental anarquista
"Reportaje del movimiento revolucionario" (1936), de Mateo Santos, donde se muestran los efectos de esos asesinatos.

Con el más cordial saludo de
José María Caparrós