martes, junio 22, 2010

"LA BOMBA DEL LICEU", OTRO DOCUMENTAL HISTÓRICO DE VALÍA


Este documental catalán se mantiene con éxito cartel. Debido a su interés histórico y artístico lo comentamos a continuación


Barcelona, finales de siglo XIX-principios del XXI. El 7 de noviembre de 1893, el anarquista Santiago Salvador lanza dos bombas a la platea del Gran Teatre del Liceu, durante el segundo acto de Guglielmo Tell, de Rossini. Pero sólo explota una, y mueren 20 personas, entre los numerosos heridos. Poco más de un siglo después de este célebre atentado, diversos especialistas reflexionan sobre aquel histórico suceso; al igual que los alumnos de un instituto situado en la misma plaza en que se hacían ejecuciones públicas. Asimismo, se conecta el atentado de 1893 con la ocupación del Liceu por parte de colectivos antisistema, el 25 de noviembre de 2005, en la inauguración de la temporada con otra ópera de Rossini: Semiramide.

Se trata de un nuevo documental del cineasta catalán Carles Balagué (Barcelona, 1949), reconocido ensayista (autor de libros como François Truffaut, Las mejores películas del cine negro, Películas clave del cine musical), crítico en la revista Dirigido y empresario-programador de los cines Méliès, que se dedica también a la realización desde el año 1977. Tras debutar con sendos cortometrajes cinéfilos, Lliçó accelerada de cinema y La tragèdia quotiniada d’un acomodador de cinema que un dia va descubrir la cinefília, pronto se transformaría en productor, guionista y director de sus propios largos argumentales: Denver (1980), Viva la Pepa (1981), Adela (1982), El amor es extraño (1988), Las apariencias engañan (1991), Mal de amores (1992) y Asunto interno (1995). Y en este siglo, cambiaría de rumbo, realizando cuatro filmes documentales: La Casita Blanca. La ciudad oculta (2002), De Madrid a la Luna (2006), Arropiero, el vagabundo de la muerte (2008) y la presente película de no ficción.

Estamos, por tanto, ante un autor prolífico y comprometido, que ahora ha recuperado la memoria histórica de una ciudad y de la sociedad barcelonesa con notable ingenio creador. Aunque obviamente carece de imágenes de ese atentado –pues el Cinematógrafo aún no había nacido–, combina las entrevistas, con fotografías y documentales de la Barcelona de aquellos años, e incluye la evocación que hiciera de la bomba del Liceu el cineasta José Luis Sáenz de Heredia, en Mariona Rebull (1947), una película basada en la famosa novela de Ignacio Agustí sobre una típica familia catalana: los Rius.

Sin embargo, veamos cuál es la voluntad de expresión de Carles Balagué, según sus declaraciones a Bernat Salvà dos días antes del estreno (que traduzco del catalán): "Es muy difícil ubicar dentro de un mismo espacio dos clases en lucha en aquel momento, como era la burguesía ilustrada, esclavista, que había hecho dineros en las colonias, y un proletariado maltratado, que vivía en unas condiciones de vida muy adversas. Estamos en 1893, en aquel momento se está produciendo un cierto movimiento por parte del proletariado, y el anarquismo tiene mucho predicamento. Es muy difícil explicar lo que es ahora Barcelona sin referirse a la bomba del Liceu. Además del componente de lucha de clases, (el anarquismo) también se enraizó en Barcelona porque existe un rechazo a la disciplina de los partidos. Esta rauxa que tienen los catalanes, este individualismo tan marcado, nos acerca al anarquismo. El individualismo del catalán, que siempre quiere ir por libre, hace que el anarquismo le vaya como un guante". (Cfr. Entrevista a Carles Balagué, en Avui, 10-III-2010, p. 36).

La bomba del Liceu me ha interesado por el agudo retrato que ofrece de una ciudad y de la evolución de la sociedad barcelonesa en este último siglo. Todo ello, a través de las reveladoras manifestaciones de una acertada selección de expertos, que analiza las mentalidades de aquella convulsa época. Los lúcidos comentarios del novelista Eduardo Mendoza, del crítico de ópera Roger Alier –compañero en la Universitat de Barcelona–, del periodista Fernando González Ledesma o del cronista de la Ciudad Condal Lluís Permanyer, por no citar más, ofrecen testimonios de gran valor histórico y obligan a la reflexión crítica del espectador.

Por otra parte, Carles Balagué revisa muy bien, sin retóricas de ningún tipo, la tensión social y los diversos episodios que llevaron a que Barcelona se conociera con el sobrenombre de Ciutat de les Bombes, porque también se cuenta el caso de Joan Rull –un confidente anarquista, que cobraba del Gobernador Civil un sueldo por descubrir quién ponía las bombas, ¡y resultaba que las ponía él!–; al mismo tiempo que evidencia la fascinación que aún provoca la capital catalana a la gente de fuera. O cómo aquella histórica plaza -hoy denominada Folch i Torres- y la ejecución de Santiago Salvador inspiró el famoso cuadro de Ramon Casas.

Con todo, todavía más interesante resulta el debate de los alumnos inmigrantes del instituto situado en ese mismo lugar, que discuten con vehemencia y libertad sobre ese hecho. Como reconoce el mismo Balagué, esta secuencia está directamente inspirada en la película francesa La clase (Laurent Cantet, 2008), pero con las características propias del entorno del Raval barcelonés.

Asimismo, el cineasta catalán conecta el atentado del año 1893 con la ocupación del Liceu del 2005 por parte de un grupo de okupas de Barcelona, que se presentaron con el objetivo de protestar contra la especulación urbanística del distrito de Ciutat Vella. Carles Balagué lo sintetiza así en la citada entrevista: "Es un referente de lo que significa el Liceu para la ciudad: el Liceu siempre será la catedral de la burguesía, su espacio. El Liceu tiene una memoria que es la memoria de la burguesía de Barcelona".

Por último, también resultan reveladoras las reflexiones sobre la pena de muerte que hacen los alumnos del referido instituto Milà i Fontanals, o la defensa de un chico acerca del lanzamiento de la bomba; al igual que el enfrentamiento entre el discurso oficialista del Liceu y la gente que explica anécdotas sobre amantes y otros relatos significativos, como el espectáculo de las ejecuciones públicas a garrote vil, o el texto del diario del conserje –un libro de actas–, que se lee al final: “la casa no sufrió desperfecto alguno”.

Sin duda, si alguien quiere saber más sobre la sociedad barcelonesa de este período modernista, La bomba del Liceu le aportará datos históricos de enorme interés.

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